sábado, 20 de octubre de 2012

Parque Huerquehue, Pucón (Febrero 2012)















Nos adentramos en el parque Huerquehue en busca del monito del monte (alias monito cui cui), para que, al encontrarlo, le conversáramos de los dilemas existenciales que brotan los días lunes cuando suena el despertador, 5.46 de la mañana.
Cruzamos senderos, recorrimos cascadas, atravesamos lagos, luchamos contra el viento y la lluvia en una búsqueda imparable.
Marcela y Camila fotografiaban el lugar para encontrar algún rastro de él, mientras mamá se mimetizaba con las ramas de un árbol para que el monito no se asustara cuando la viera. Papá escalaba las rocas cual aborigen extinguido de la faz de la tierra, buscando algún nido de monito
arriba de un árbol.
Imitamos su grito CUI CUIII cui CUIIIIII tratando de llamarlo, de convencerlo que teníamos buenas intenciones, tan solo una charla de cinco minutos.
Y confieso, monito cui cui, que te esperé en silencio, sentado en una banca mirando el lago, escuchando el ruido que hace el viento cuando mueve los árboles. Y pude sentir, estoy seguro de ello, que estabas por allí escondido bajo alguna hoja, detrás de mí, en silencio como yo, también mirando el lago y escuchando el viento, guardando ese momento para siempre en nuestras memorias, para recordarlo cuando nos sintiéramos solos en casa.
Al caer la noche, tú te fuiste a dormir a tu madriguera con tus monitos chicos a comer los bichos que recolectaron durante el día. Yo me fui a la ciudad con los monos que visten de corbata, un poco triste por no encontrarte, pero Francisca dijo "algún día lo encontraremos, quizás es un mono muy tímido", y me quedé entonces más tranquilo.

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