Vivíamos en la bastilla donde en alguna vez la gente hacía revoluciones. Nos levantábamos tarde y nos abrigábamos por que había días que anunciaban temporal con vientos fuertes. Esos eran los mejores días para subir la torre (a menos que hubiese amenaza de bomba). El viento nos hacía creer que nos íbamos a caer y no tocaríamos nunca el suelo porque nos quedaríamos volando un rato por la ciudad. se veía todo tan pequeño desde allá arriba
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